Ficciones de lo real. Nuevas narrativas visuales desde Iberoamérica propone una aproximación colectiva a diversas representaciones de las realidades iberoamericanas a través de la fotografía, entendida como un territorio de múltiples lenguajes entre el documento y la ficción, la denuncia y la poesía, la memoria y el presente. La exposición reúne el trabajo de artistas visuales, ex becarias/os de la Fundación Carolina que, desde distintas geografías, activan en su obra nuevas formas de representación visual de lo social, tensionan los relatos, cuestionan los imaginarios hegemónicos y redefinen lo íntimo y lo social.

La muestra se estructura como una constelación de narrativas que entrelazan temas como el cuerpo, el territorio, la migración, la ecología, la violencia estructural, la paz, los saberes y la resiliencia comunitaria, como expresiones de identidad en un mundo transcultural, desde una aproximación a lo local que no deja de lado cuestionamientos de magnitud global. De esa manera y, a través de esta diversidad de enfoques, Ficciones de lo real. Nuevas narrativas visuales desde Iberoamérica dialoga con los cuestionamientos contemporáneos de una generación de creadores latinoamericanos/as, cuya preocupación es reflejar el contexto en el que habitan, sus problemáticas y sus riquezas para construir un viaje hacia el imaginario colectivo, a partir de la mirada personal. 

Esta exposición pone de manifiesto y celebra, a su vez, el impacto del trabajo de Fundación Carolina en sus 25 años, como plataforma de pensamiento crítico y formación de excelencia en el espacio iberoamericano. La pluralidad de miradas, estéticas y geografías que aquí convergen es reflejo de una red de saberes que continúa nutriéndose a través del intercambio cultural y académico.

La muestra se encuentra desde octubre 2025 en la sala de exposiciones del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, en la sede de Marqués de Salamanca (Madrid).

Artistas:

  • Ivette Veles

  • Carlos von der Heyde

  • Fabiola Ferrero

  • Javier Vanegas

  • Hugo Ortuño

  • Henry Lamiña

  • Carolina Borrero

Comisarias:

Ana Gabriela Ballate Benavides & Yadira de Armas Rodríguez

ARTISTAS PARTICIPANTES

Ivette Veles

(Jalisco, México, 1997)

   

Ivette Veles posee una mirada sensible que hace trascender su producción fotográfica. Su obra se adentra en los territorios de la memoria, entendida no como un archivo estable, sino como una materia viva en constante transformación. La serie de fotografías que aquí presenta, titulada Memoria, toma como punto de partida la experiencia personal de la artista como habitante del puerto de Puerto Vallarta.

En clave autobiográfica, algo ya recurrente en su trabajo, a través de fragmentos de un día en la playa, en el muelle de Los Muertos —un lugar cargado de historias cotidianas, locales y afectivas—, la artista reconstruye una memoria sensorial donde lo íntimo se entrelaza con lo colectivo. El mar emerge como contenedor de historias, como un espacio físico y simbólico, en el cual los recuerdos se entretejen; un reservorio emocional que para Veles contiene semblanzas de vida. La fotografía, al ser atravesada por el mismo mar, deviene cuerpo y metáfora: la sal que hiere la película es la misma que impregna la piel, las voces y los objetos. 

La artista aborda el recuerdo como un espacio frágil y mutable, donde la evocación y la pérdida coexisten en tensión. Su propuesta parte de la fotografía analógica, pero la lleva hacia un terreno experimental mediante el proceso de film soup, una técnica que altera la película fotográfica sumergiéndola en mezclas químicas no convencionales —en este caso, agua de mar y limón—, lo cual genera efectos imprevisibles sobre la imagen. El resultado de este proceso es una serie de imágenes que revelan la vulnerabilidad, tanto del soporte material como del recuerdo en sí mismo. Las emulsiones corroídas, los colores oxidados y las texturas orgánicas son huellas de una acción que erosiona y transforma, como lo hace el tiempo sobre la memoria. La artista asume ese gesto como parte del acto creativo: la imagen no se conserva intacta, sino que se reconfigura.

Su trabajo desplaza la noción tradicional de la fotografía como archivo de lo real para situarla en un territorio intermedio, donde la química, el tiempo y el azar participan de la creación. En ese gesto de dejar que el mar intervenga sobre la imagen, Ivette Veles convierte el acto de recordar en una forma de deriva poética, donde el pasado se diluye sin desaparecer del todo, como una marea que insiste en volver.

 

Carlos von der Heyde

(Mendoza, Argentina, 1978)

   
 

La mirada de Carlos von der Heyde sobre la realidad se caracteriza por su capacidad de conjugar registro documental y composición narrativa. Sus fotografías no solo documentan hechos, sino que capturan la intensidad emocional, el movimiento y la interacción de los cuerpos en el espacio público. Los gestos, las pancartas, los rostros y las multitudes se convierten en signos de la fuerza de la acción colectiva, mientras que la repetición de ciertas escenas y el cuidado del encuadre permiten que cada imagen funcione también como meditación visual sobre el drama social contemporáneo.

La serie Souls of a Movement evidencia cómo el arte fotográfico puede actuar como un mediador entre lo local y lo global, entre la especificidad de cada protesta y la universalidad de las demandas de derechos, igualdad y justicia. Desde los conflictos históricos en América Latina hasta los movimientos por la justicia social en Europa y Estados Unidos, von der Heyde construye un relato que conecta distintas geografías a través de la energía de la acción política, mostrando que la movilización ciudadana es un hilo conductor que une luchas diversas en un contexto globalizado. Cada fotografía constituye una reflexión profunda sobre las dinámicas de los movimientos sociales y las luchas ciudadanas que atraviesan el mundo contemporáneo. 

Carlos von der Heyde se ha interesado por la tensión entre el individuo y el colectivo, por los cuerpos que habitan las calles y por los espacios donde se expresan la racialidad, la memoria y la aspiración de justicia. Su trabajo se sitúa en la intersección entre la fotografía documental y la mirada poética, capturando escenas que revelan la energía, el dramatismo y la urgencia de la acción social. A lo largo de Souls of a Movement, ha recorrido diversas geografías y contextos para documentar la persistencia de la ciudadanía frente a injusticias históricas y contemporáneas. Cada manifestación que presencia se convierte en un escenario donde el drama social se manifiesta no solo como conflicto, sino también como resistencia, soberanía personal, reconciliación y fuerza colectiva. En este sentido, su obra dialoga directamente con la historia latinoamericana y global, donde la protesta y la movilización se han constituido como respuestas frente a desigualdades estructurales, exclusión y violencia, trascendiendo las divisiones ideológicas para crear nuevos espacios comunes capaces de transformar realidades.

Fabiola Ferrero

(Caracas, Venezuela, 1991)

   

La obra de Fabiola Ferrero se sitúa en un territorio donde la realidad y la memoria se confunden; donde el país que habita —y que ya no existe del mismo modo— se vuelve materia poética y archivo emocional. Sus series fotográficas emergen de ese impulso de volver a un lugar que se desdibuja, de reconstruir la experiencia de pertenecer a un territorio fracturado que solo puede narrarse desde los restos, desde la memoria defectuosa de un lugar que se derrumba, pero cuya belleza persiste como una forma de resistencia íntima.

Ferrero pertenece a una generación de artistas venezolanos que han hecho de la fotografía un ejercicio de duelo y reconstrucción. En su obra, la imagen no pretende representar lo real, sino registrar su disolución. Su trabajo cuestiona la veracidad del documento, la posibilidad de la fotografía como testimonio, y propone, una imagen que fabula, que re-imagina, que rescata los recuerdos no como un registro del pasado, sino como un acto de creación.

Fabiola Ferrero opera a través de la reflexión sobre la posibilidad de narrar la ruina sin estetizarla, de mirar el colapso sin convertirlo en espectáculo. Documenta una pérdida tan colectiva como personal. Por un lado, parte de una experiencia profundamente simbólica: el regreso a la casa familiar, ahora vacía, donde el eco del silencio se transforma en metáfora de un país que parece detenido; mientras, por otro, profundiza en la idea del agotamiento, no solo físico —de los recursos naturales, del agua, del petróleo— sino también de los imaginarios que sostuvieron la idea de nación moderna. En las imágenes de Ferrero, los paisajes áridos, los espacios abandonados y los cuerpos ausentes construyen una poética de la pérdida, pero también una estética de la persistencia, de quienes continúan buscando vida en los intersticios de la ausencia.

Las fotografías de Fabiola Ferrero tocan nos presentan, de una forma sutil, ante cuestiones como el drama de la migración, del vacío, de la historia heredada y de la necesidad de seguir volviendo, aun cuando el lugar al que se vuelve ya no exista como lo imaginamos. En última instancia, son intentos de reconciliación entre el duelo y la esperanza, entre la pérdida y la imaginación. La artista asume la memoria como un territorio en disputa, un lugar donde la fantasía puede ser también una forma de resistencia.

Javier Vanegas

(Bogotá, Colombia, 1984)

   

Javier Vanegas, en su proyecto IALUNA, se adentra en una de las paradojas más profundas de nuestro tiempo: la coexistencia entre los saberes ancestrales y la irrupción tecnológica en los territorios considerados sagrados. Su trabajo, realizado durante varias visitas a la Sierra Nevada de Santa Marta en Colombia desde 2019, busca entender cómo las comunidades originarias Kogui, Arahuaco, Wiwa y Kankuamo – cuyos conocimientos fueron reconocidos como patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO en 2022 – enfrentan una nueva realidad: los teléfonos móviles y las pantallas brillantes han pasado a formar parte de su día a día, rituales cotidianos y cosmovisiones.

El título IALUNA combina la palabra “Aluna” —diosa y ser trascendental de la cosmogonía kogui— con las siglas “I.A.” (Inteligencia Artificial). Este cruce no es casual: señala un nuevo tipo de sincretismo, un diálogo entre pensamiento ancestral, tradición indígena y tecnologías que modelan el presente. En esa intersección, Vanegas plantea una reflexión sobre cómo las lógicas digitales y el flujo constante de información, están transformando las estructuras simbólicas, lingüísticas y afectivas de las comunidades originarias, al tiempo que modifican su propia manera de percibir la realidad. El uso de aplicaciones que les permiten reconocer aves o constelaciones mediante la pantalla del móvil, el gesto de tocar, deslizar o ampliar, o el uso de términos como “subir”, “cargar” o “publicar” aparecen integrados en los discursos ceremoniales, revelando una profunda hibridación simbólica. En este contexto, IALUNA se despliega como una mirada crítica sobre las tensiones entre preservación y transformación, entre memoria y modernidad. 

Sus fotografías se convierten en un espacio de encuentro entre dos sistemas de conocimiento: el tecnológico y el espiritual. Su trabajo evidencia cómo la tecnología está reformando las estructuras de afecto, los modos de relación y las narrativas de identidad. Con sus imágenes no se limita a registrar dicha alteración; más bien, la interroga.En Ficciones de lo real, la obra de Javier Vanegas funciona como un contrapunto poético y político. Nos enfrenta al dilema de una humanidad hiperconectada. Sus imágenes abren la posibilidad de un pensamiento intermedio, un territorio donde la ancestralidad no se opone al progreso, sino que lo reinterpreta; donde la tecnología puede convertirse en un puente para reconectar con los orígenes, y donde el arte actúa como mediador entre mundos aparentemente irreconciliables; donde los cuerpos funcionan como depositarios de historias colectivas y como mediadores de una herencia que trasciende generaciones, evocando rituales, prácticas y tradiciones que dialogan con la contemporaneidad.

Hugo Ortuño Suárez

(Puebla, México, 1984)

   

Las fotografías de Hugo Ortuño Suárez exploran el territorio simbólico donde lo ancestral y lo contemporáneo se entrelazan. En su mirada, el ritual se revela como una forma de narrar el presente, un lenguaje vivo que mantiene activa la memoria colectiva de los pueblos latinoamericanos e iberoamericanos. A través de celebraciones populares de México y España, Ortuño construye un puente entre tradiciones distantes en geografía, pero cercanas en espíritu.

La serie aquí presentada reúne cuatro celebraciones profundamente arraigadas en el imaginario colectivo: “los Parachicos” de Chiapa de Corzo, fiesta tradicional declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO; “el Carnaval de Huejotzingo” reconocido como Patrimonio Cultural del Estado de Puebla; “los Xinacates de San Nicolás de los Ranchos”, a los pies del volcán Popocatépetl reivindicando un antiguo ritual que marca el segundo martes de Cuaresma, en una tradición profundamente prehispánica; y la festividad de “La Maya”, en Colmenar Viejo, un rito cuyas raíces se fundan en celebraciones paganas precristianas. En ellas, traza un mapa emocional y cultural donde México y España dialogan a través del tiempo, revelando las persistencias, los mestizajes y las transformaciones de un mismo espíritu festivo.

Sus imágenes revelan un sincretismo que refleja la coexistencia contemporánea de lo indígena, lo religioso, lo íntimo y lo colectivo, afirmando la persistencia de las identidades locales frente a los relatos globales. Cada fotografía es testimonio de cómo las comunidades reinventan su relación con la memoria, la tierra y la historias a través del gesto ceremonial, del color, el movimiento y la devoción. La obra de Hugo Ortuño se sitúa en ese límite donde el documento se transforma en relato y la realidad se vuelve símbolo. Sus imágenes invitan a mirar la tradición como un acto de presente, un territorio en constante transformación que, al ser celebrado, sigue afirmando la vitalidad de lo común y que encarna la esencia de una cultura ancestral viva.

 

Henry Lamiña

(Quito, Ecuador, 1992)

   

La obra de Henry Lamiña explora las fisuras entre el cuerpo que habita el territorio y la mirada que lo traduce en imagen, entre la experiencia directa y la mediación tecnológica. Desde esa tensión, sus piezas reflexionan sobre la realidad híbrida que habitamos, donde lo natural, lo digital y lo simbólico se superponen hasta llegar a desdibujar sus límites.

En su práctica, la fotografía se transforma en una herramienta de pensamiento, capaz de abrir preguntas sobre cómo nos relacionamos con el entorno y de qué modo lo representamos en una era hiperconectada.  Para el autor, la imagen es un espacio de conciencia, un lugar donde los gestos mínimos —caminar, detenerse, observar— se convierten en actos de resistencia frente al vértigo de la inmediatez contemporánea. 

El proyecto Transitar, registrar, pausar, transformar surge durante una residencia artística en Huete, un contexto rural que, por su ritmo y escala, le permitió al artista repensar el vínculo entre el tiempo, el espacio y la tecnología. Frente a la aceleración de las grandes urbes y el consumo compulsivo de imágenes, Lamiña ensaya una metodología basada en la desaceleración y la presencia. Inspirado por las ideas del arquitecto y pensador Francesco Careri sobre el caminar como acción estética, concibe el desplazamiento como un modo de producir paisaje, de reconectarse con el entorno desde la experiencia corporal.

En diálogo con tales nociones, Henry Lamiña introduce una reflexión sobre las “arquitecturas digitales” —plataformas como Google Maps, OpenStreetMap o Citymapper — que condicionan nuestras formas de transitar a día de hoy. Si el territorio físico se recorre a pie, el territorio virtual se navega en desplazamientos que simulan la experiencia del movimiento, pero reducen la percepción a una superficie de datos. Al poner en relación ambos tipos de recorrido, el artista cuestiona la distancia creciente entre el habitar y el representar, entre la realidad y su simulación tecnológica. El resultado visual se materializa en esta exhibición, en una serie de piezas creadas mediante la técnica de la fotogrametría, que permite generar modelos tridimensionales a partir de fotografías. Estos “paisajes digitales” condensan la paradoja contemporánea de una imagen que, al buscar registrar la realidad, la convierte en volumen abstracto, despojado de materia y, a la vez, lleno de presencia. Así, lo fotográfico se expande hacia lo escultórico y lo virtual, transformando el registro en experiencia inmersiva.

 

Carolina Borrero

(Bogotá, Colombia, 1988)

 

Carolina Borrero trabaja desde la memoria personal y la ausencia, reconstruyendo escenarios cargados de testimonios y emociones. Ahondar en su territorio, así como en su historia familiar, ha sido parte de esa narrativa que sostiene su producción artística en los últimos años, donde el paisaje se convierte en la excusa para indagar en relatos de pérdidas, ausencia y dolor, mientras construye un mapa autobiográfico resignificado.

Cuerpos de agua, surge de la necesidad de conectar, descubrir y seguir el rastro de su tío, desaparecido a finales de los años ochenta, en el marco del conflicto armado colombiano. La artista conserva los relatos tejidos por su familia, las fotografías realizadas por él antes de su desaparición, y la presencia simbólica de su cámara. A partir de estos fragmentos, inicia un proceso de investigación artística que da forma a preguntas persistentes sobre los recuerdos, la ausencia y la violencia histórica, explorando  cómo los territorios pueden convertirse en archivos vivos que conservan huellas de lo que ya no está.

El proyecto se articula a través de una serie de fotografías tomadas por su tío e intervenidas por Borrero, quien, al eliminar cualquier indicio humano, transforma el paisaje en un registro donde la ausencia se vuelve protagonista. El río, eje central del proyecto, se convierte en metáfora de esa noción de falta y permanencia. La fuerza del agua, que arrastra, disuelve y transporta, dialoga con la acción de la artista, quien interviene, reconstruye y resignifica. La serie establece un vínculo profundo entre pasado y presente, invitando al espectador a reflexionar sobre la violencia histórica en Colombia, la fragilidad de los recuerdos y la capacidad del arte para generar procesos de comprensión y duelo. Cuerpos de agua propone un enfoque sensible del territorio como archivo: un lugar donde lo desaparecido y el río se funden en un solo cuerpo, un cuerpo de agua que sostiene la memoria, la ausencia y la posibilidad de reconciliación, y que convierte la historia personal en un relato abierto al diálogo con la colectividad.

Política de cookies - resumen
Fundación Carolina, logo conmemorativo de su vigésimo aniversario. Ir a la página de inicio

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.

Puedes encontrar más información en nuestra política de cookies

Cookies estrictamente necesarias

Las cookies estrictamente necesarias te permiten la navegación a través de nuestra web y la utilización de las diferentes opciones o servicios que en ella existan como, por ejemplo, controlar el tráfico y la comunicación de datos, identificar la sesión, utilizar elementos de seguridad durante la navegación, almacenar contenidos para la difusión de videos o sonido o compartir contenidos a través de redes sociales.  Tienen que activarse para que podamos guardar tus preferencias de ajustes de cookies.

Cookies de personalización

Son aquellas que nos permiten mostrarte la web de Fundación Carolina personalizada para el idioma configurado en tu equipo, el tipo de navegador a través del cual accedes al servicio, tu configuración regional...

 

Cookies de análisis

Son aquéllas que permiten el seguimiento y análisis del comportamiento de los usuarios de la web. La información recogida mediante este tipo de cookies se utiliza en la medición de la actividad de los sitios web y para la elaboración de perfiles de navegación de los usuarios de dichos sitios, aplicaciones y plataformas, con el fin de introducir mejoras en función del análisis de los datos de uso que hacen los usuarios del servicio.

Esta web utiliza Google Analytics para recopilar información anónima tal como el número de visitantes del sitio, o las páginas más populares. Dejar esta cookie activa nos permite mejorar nuestra web.