Tribuna Red Carolina

Suicidología Iberoamericana como caleidoscopio de la investigación multifocal

Suicidología Iberoamericana como caleidoscopio de la investigación multifocal

Resumen

La Suicidología Iberoamericana se plantea como un campo de investigación caleidoscópico que integra miradas diversas sobre la violencia y la muerte autoinfligida. Desde el intercambio transnacional e interdisciplinar surge la Red Iberoamericana de Investigación de Suicidología (REDISUI) como espacio ético y crítico de producción de conocimiento. Su propósito es contribuir a la salud mental desde perspectivas no reduccionistas y contextualizadas. Frente a la fragmentación del saber, REDISUI apuesta por tejer redes que transformen el conocimiento en herramientas para la vida en Iberoamérica.

En el año 2014 inicié el periplo de cuatro años para estudios doctorales en España, con la obtención de la beca para docentes universitarios de la Fundación Carolina (FC). Más tarde, en 2020, sería becaria del programa de investigación SEGIB-FC. Estos dos periodos me permitieron profundizar estudios previos sobre condiciones de salud estigmatizantes en el contexto ecuatoriano, amplificándolos al abordaje de la violencia autoinfligida en diversos escenarios sociales iberoamericanos. Desde entonces, y como producto de las posibilidades abiertas al intercambio con universidades de distintos países, junto a un grupo de colegas de México, Colombia, España, Chile, Argentina y Uruguay, fundamos la Red Iberoamericana de Investigación de Suicidología (REDISUI).

El objetivo principal de REDISUI es generar, intercambiar y discutir conocimiento sobre las múltiples dimensiones de la violencia, la muerte tabú y las complejidades de los procesos de duelo en nuestras sociedades, abordados desde perspectivas epistemológicas y disciplinarias heterogéneas. La red se proyecta como un espacio de encuentro de investigadores/as para compartir, debatir y contribuir al campo de la salud mental desde discursos regionales propios.

La naturaleza de una red de investigación iberoamericana demanda enfrentar algunos desafíos, ya que quienes investigamos provenimos de geografías específicas, pero no nos aislamos en ellas. Los/as investigadores/as no representamos países. Investigamos contextos, dentro de los cuales compartimos varios aspectos, y nos planteamos preguntas para intentar comprender el fenómeno de la violencia. La experiencia de cada proyecto de investigación de los miembros de REDISUI parte de la localización. Estamos asentados en territorios (ya sea el país de origen o de adopción) que se ven afectados por dimensiones causales y secuelas similares de la violencia y la muerte autoinfligida. Debemos dar el salto a otro nivel de asociación de conocimientos, más allá de los países de origen, sin olvidar la importancia de las diferencias entre nuestros contextos para enriquecernos mutuamente.

Una red de investigación no es un gueto científico, sino un repositorio; es un espacio para interconectar investigaciones realizadas, generar discusiones y horizontes teórico-metodológicos que sirvan a las comunidades implicadas. Nos instiga a cambiar el paradigma con el que se entiende y aborda el suicidio. Una red de investigación es como una herramienta de pesca. La construimos con experiencia previa; luego estamos impulsados a “cernir” lo obtenido para aprovechar la captura. Eso es lo que consideramos conocimiento sobre un problema a resolver. Sin conocimiento previo, debidamente socializado, se hace imposible continuar con la práctica de la pesca o de la atención en salud mental.

Los/as investigadores/as de REDISUI sentimos una intensa obligación ética con el campo general de la salud que nos lleva a analizar conjeturas y ponerlas frente a infinidad de pruebas empíricas en distintos escenarios. En medio del escenario de la labor académica actual, en la que se prioriza el número de publicaciones más que el contenido, cuando se trata del estudio de la calidad de vida de las personas, los/as investigadores/as de la problemática del suicidio y de las dimensiones de la violencia en Iberoamérica esperamos que los resultados —las respuestas a nuestras preguntas de investigación en suicidología— generen alguna herramienta teórica, ética, metodológica o de acción social para mejorar, aunque sea en parte, la vida de los sujetos a quienes dirigimos nuestros esfuerzos. De lo contrario, producimos polución intelectual.

La dificultad radica en que la producción en investigación no es un acto individual de los/as investigadores/as, sino que también depende de los esfuerzos y voluntades institucionales y políticas de entidades macrosociales. Existe la tarea inicial de visibilizar ante las entidades de decisión gubernamental que el suicidio es un asunto que debe ser estudiado, comprendido y atendido desde diferentes aristas, al igual que la problemática de la violencia en general. El estudio del suicidio no se enfoca en un acto o entorno fijado, estático; se abre a diversas problemáticas simultáneas que invitan al trabajo transnacional, multidisciplinar e interinstitucional, como la mayoría de los asuntos relacionados con el campo de la salud. No nos centramos en una receta o técnica de solución fácil. Todos/as quienes investigan la muerte autoinfligida han sido interpelados/as con preguntas como: ¿de qué forma concreta se puede eliminar el suicidio? ¿Cuál es la medida específica, genérica y de rápida aplicación que se recomienda para prevenir efectivamente el suicidio en el mundo? Las respuestas son distintas, como diversos son los contextos, y se hallan en las investigaciones pasadas, presentes y futuras. Sin embargo, no todas las instancias de la sociedad están listas para aceptar que estamos obligados/as a trabajar en red para generar respuestas concretas en territorios determinados.

Los/as investigadores/as de la REDISUI provienen de distintas áreas académicas, más allá de la Psicología y la Psiquiatría. No obstante, reconocemos que aún queda un largo tramo por recorrer para incluir a más investigadores/as que puedan contribuir a estudiar las múltiples dimensiones de la problemática. Como en un caleidoscopio, los/as investigadores/as reflejamos distintos espejos de conocimiento, pero sin dialogarlos con otros seguimos siendo hilos sueltos. Necesitamos unirlos, cruzar esos hilos de conocimiento variopinto hasta formar una red real, capaz de tener, retener y producir herramientas explicativas y soluciones alternativas a la problemática del suicidio en las regiones iberoamericanas. De lo contrario, sucede lo que denomino el caos de la Torre de Babel. Todos/as investigamos un fenómeno, lo publicamos, lo compartimos en nuestro espacio laboral reducido y desconocemos las respuestas de otros/as investigadores/as y, lo que es peor, no intercambiamos conocimientos para generar vías específicas de aplicación en la búsqueda de un mejoramiento real de las condiciones de vida de la gente. Nadie, ningún/a investigador/a o profesional de la salud, puede conocerlo todo, pero cada quien maneja un hilo importante de saber que es indispensable para tejer esa red o contribuir a la resolución de un problema social. No todos/as podemos saberlo todo, pero tenemos el llamado ético de compartir lo que conocemos.

Las experiencias de investigación en nuestras regiones nos muestran la necesidad de abrir y ampliar la perspectiva sobre la salud. Ante todo, es fundamental conceptualizar y dejar constancia de que la suicidología no se inscribe en el argumento del suicidio como un espacio exclusivo de tratamiento médico, sino que implica ampliar la mirada del área de estudio en salud, haciéndola más caleidoscópica. Cada disciplina ha abordado el suicidio a su manera, porque es una experiencia profundamente humana: artes, ciencias sociales, políticas, biológicas, médicas, ambientales, entre otras, cada una desde su objeto de estudio y su método. No se trata solo de conectar conocimientos diversos, sino de mirar el suicidio desde otro ángulo, desde otro horizonte epistemológico. Como antecedente en América del Sur, uno de los espacios de mayor discusión epistemológica en salud ha sido el campo de la Medicina Social y la Epidemiología Crítica. No existe un abordaje realista de la salud mental en nuestros países si se obvian los conflictos históricos y sociales, así como las dificultades de ciertos grupos humanos para acceder a entornos seguros y a servicios básicos, por mencionar solo uno de los temas de debate que no pueden ignorarse.

Desde la REDISUI estamos generando discusiones que incluyen las necesidades y condicionantes de nuestros territorios en el estudio general de las violencias que aquejan a nuestra región y que han ido silenciando problemáticas visibles, como el suicidio en la población infantojuvenil, en los relatos institucionales. Identificamos la necesidad de incorporar esta problemática en la agenda de nuestros respectivos gobiernos para apoyar acciones comunitarias.

En un estudio transnacional desarrollado por los miembros de REDISUI en el año 2020* reconocimos la urgencia de revisar algunos problemas derivados de las medidas de confinamiento adoptadas durante la pandemia de COVID-19 en los países de la región, y su posible vinculación con riesgos de conducta autolítica en ciertos sectores de la población. Asimismo, identificamos capacidades individuales y colectivas, locales y regionales, que se han desarrollado a partir de dichas dificultades. Es evidente que una de las poblaciones más vulnerables frente a la problemática del suicidio ha sido la de niños, niñas y jóvenes, quienes han sido los más afectados desde entonces. En la actualidad, y pensando en estudios necesarios para prevenir tendencias autolíticas, como investigadores/as de REDISUI nos preguntamos: ¿cómo están las condiciones generales de vida de la población en nuestras regiones en este momento y cómo se proyectan en las próximas décadas? ¿Cómo son las condiciones laborales y emocionales de los trabajadores de la salud tras la emergencia pandémica? Las respuestas deben provenir de estudios y disciplinas múltiples para lograr una comprensión más amplia del panorama de la salud en Iberoamérica después de la crisis pandémica global.

Al inicio mencionaba que los miembros de la REDISUI no representamos países, porque manejamos otro paradigma de investigación del suicidio, pero también porque el mundo atraviesa un proceso de movilización humana cada vez más intenso, del cual algunos de nosotros/as formamos parte. Existe movilidad en las instituciones en las que trabajamos y en los países que habitamos. En una red de investigación pesa más el tipo de abordaje que se aporta que el país o la institución en la que se trabaja. Por ello, tejer redes de investigación transnacionales es vital para comprender y contribuir al campo de la salud. Aspiramos a sumar más investigadores/as para intercambiar proyectos y propuestas multifocales.

La realidad de la violencia autolítica es caleidoscópica, ya que refleja un sinnúmero de problemáticas abordadas desde otras disciplinas y áreas de conocimiento, tales como la violencia generalizada, la criminalidad, la delincuencia organizada, la pobreza, el aislamiento, los conflictos sociales, las crisis económicas, el control social, las ritualidades, las concepciones de la vida y la muerte, las pérdidas y el duelo, la trata de personas, la violencia de género, la discriminación, las migraciones, el abuso de sustancias, la globalización, entre otras. Atender estas problemáticas constituye ya una forma de prevención, pues el suicidio no es solo una conducta; no se limita al acto en sí, aunque lo incluye. No existe una palabra o discurso final y absoluto sobre el fenómeno de la muerte autoinfligida. Generamos y respondemos preguntas sobre la problemática, pero sin arrogancia debemos admitir que aún no la hemos agotado. Esperamos dejar de ser hilos sueltos e investigar para tejer una red de apoyo a nuestras comunidades iberoamericanas desde el conocimiento. Buscamos concebir aportes desde el Sur global a las discusiones sobre el abordaje de la salud mental.

* Campo Aráuz, L., Barraza López, R., Bahamón, M. J., Fons, V., Rocío Pardo, M., & De Souza Nascimento, S. (2023). Variables psicosociales de riesgo y protección de la salud mental durante la pandemia por covid-19: un estudio transnacional en países iberoamericanos. Revista Latinoamericana de Psicología Positiva PsyCap, 7, 0085-100.
Ana Lorena Campo Aráuz
Docente universitaria e investigadora transdiciplinar

Ana Lorena Campo Aráuz (Ecuador)

Doctora, PhD en Salud, Psicología y Psiquiatría por la Universitat Rovira i Virgili (Beca Fundación Carolina 2014). Doctora, PhD en Antropología Social y Cultural por la Universitat Autónoma de Barcelona (Mención Internacional por la Universidad de Sao Paulo, premio Summa Cum Laude, Beca Senescyt). Es docente universitaria e investigadora transdisciplinar a nivel de grado, maestría y doctorado, actualmente en los Países Bajos. Magíster en Estudios de la Cultura. Psicóloga Clínica y también Licenciada en Antropología Aplicada. Estancia posdoctoral con la Beca de Investigación Secretaría General Iberoamericana-Fundación Carolina (2019-2020). Y miembro del grupo de investigación internacional GENI, Barcelona y del GICOPEVI, Ávila-España. Es miembro co-fundadora de la Red de Investigación Iberoamericana de Suicidología (REDISUI). Autora de varias publicaciones en salud mental, etnografía y estudios de percepción. Profesora invitada en la Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador.

ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1432-6055

Google Scholar: https://scholar.google.es/citations?user=VCzJyjgAAAAJ&hl=es

Ana Lorena Campo fue becaria en el programa de Doctorado 2014 y, posteriormente realizó una estancia postdoctoral con una beca de investigación  SEGIB-Fundación Carolina, en 2019.

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