Punto de vista

América Latina: Gobernabilidad democrática en tiempos de pandemia

América Latina: Gobernabilidad democrática en tiempos de pandemia

Desde el 2014 al 2019, el lustro anterior a la propagación del Covid-19, América Latina y el Caribe venían experimentando una disminución de su crecimiento económico. Eso contrastaba, radicalmente, con lo que fue la década de oro del 2003 al 2013.

El cambio se debió, esencialmente, a la caída de los precios de los commodities exportados por América Latina a los mercados internacionales. Esa situación ya estaba creando fuertes tensiones sociales en diversos países de la región, las cuales se manifestaban a través de protestas, huelgas, paros y otras formas de desafección social.

La pandemia del Covid-19 no ha hecho más que agravar ese panorama. La crisis sanitaria ha puesto de relieve la fragilidad de los sistemas de salud a nivel regional, su débil infraestructura, sus carencias de insumos básicos y la falta de personal técnico capacitado para enfrentar una catástrofe de esa naturaleza.

Para controlar la propagación del virus, los gobiernos tomaron medidas restrictivas que limitaban el pleno ejercicio de algunos derechos fundamentales. Se establecieron estados de emergencia, confinamientos prolongados, toques de queda y cierres de negocios no indispensables, todo lo cual indicaba que se vivían momentos de excepcionalidad.

El impacto económico causado por el Covid-19 ha sido, a su vez, devastador. El producto interno bruto cayó en -6.9%, una de las contracciones más bruscas conocidas en la historia de la región. El desempleo se disparó, afectando sobre todo a la población más joven, donde una de cada seis personas entre los 18 y lo 29 años perdió su fuente de ingresos. 

Miles de empresas quebraron; la pobreza y la extrema pobreza volvieron a resurgir; y el desamparo, la frustración y la incertidumbre se apoderaron del sentir de la mayoría de los habitantes de la región latinoamericana.

Si bien en muchos países, la gente se manifiesta inconforme con el manejo general de la pandemia por parte de los gobiernos, el temor sobre los efectos de contagios en manifestaciones masivas frenó, en un principio, grandes marchas y protestas. Además, la aplicación de programas de asistencia social otorgados por los gobiernos ofrecía un alivio momentáneo para una población abatida por el doble impacto de la crisis sanitaria y económica.

Sin embargo, ha podido observarse como, debido al impacto de la pandemia, ni siquiera el estado de emergencia ha podido frenar la realización de manifestaciones en países como Colombia, Argentina, Brasil, Chile, Guatemala y Cuba.

Para enfrentar ese fenómeno, los gobiernos latinoamericanos aplicaron la misma fórmula que se llevó a cabo en el resto del mundo: aumento del gasto público, mediante emisión monetaria de los bancos centrales; y para hacer frente al déficit fiscal ocasionado por una caída de los ingresos, a la colocación de bonos en los mercados internacionales de capitales, con lo que se generó un aumento de la deuda pública.

Debido a ese incremento global del gasto público, ha vuelto a resucitar un viejo problema que se entendía superado en la economía internacional, y que ahora golpea de manera severa el bolsillo de los sectores más vulnerables de la población: la inflación.

El alza de los precios de la canasta familiar se ha convertido en uno de los factores que mayor irritación está provocando en la población. El poder adquisitivo disminuye, la capacidad de consumo se evapora y la frustración social y el descontento cada vez se siente con mayor intensidad.

A diferencia de Europa, que dispone de un fondo de recuperación de la crisis, los países de América Latina y el Caribe, considerados en su mayoría, como países de renta media, no han podido contar con la colaboración y la solidaridad internacional.

Por consiguiente, para enfrentar los desafíos del déficit fiscal y el aumento de la deuda, provocados por la expansión del gasto público en tiempos de pandemia, lo que se diseña como solución, en la región, es la realización de reformas fiscales.

Esto puede ser una nueva fuente de perturbaciones sociales, sobre todo si se trata de reformas regresivas que afecten, además de la inflación, la capacidad de compra de los consumidores.

No obstante, en estos momentos surge una nueva esperanza para los países de la región latinoamericana, especialmente para las naciones de América del Sur; y es que, como consecuencia del incremento de la demanda de productos básicos por parte de China y de los Estados Unidos, los precios de los commodities han vuelto a aumentar.

¿Significará esto el inicio de un nuevo ciclo virtuoso de la economía latinoamericana? si resultase así, se convertirá en una nueva oportunidad para, con los recursos generados de ese nuevo boom de los commodities, producir un cambio en la naturaleza de las economías de la región para hacerlas más diversas, productivas, innovadoras y competitivas.

De esa manera, de la noche oscura de la pandemia del Covid-19, América Latina podría resurgir, en un amanecer luminoso lleno de prosperidad y bienestar.

Leonel Antonio Fernández
Ex presidente de la Republica Dominicana

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