La policía atraviesa una relevante crisis de legitimidad en América Latina. En las últimas dos décadas, la preocupación ciudadana por los crecientes niveles de violencia y criminalidad ha impulsado diversas iniciativas gubernamentales que pretenden ofrecer señales de acción y resultados. En un contexto marcado por índices de violencia prácticamente epidémicos, la búsqueda de respuestas es urgente. Las tasas de violencia homicida y feminicida en muchos países de la región duplican, e incluso triplican, los promedios mundiales (UNODC, 2019). Las encuestas de victimización muestran, además, que incluso en países considerados seguros (Chile, Costa Rica y Uruguay), la presencia de la delincuencia en los espacios públicos es significativa e impacta de forma directa sobre más de un tercio de su población.
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