Punto de vista

El futuro de la educación superior. Una perspectiva iberoamericana

El futuro de la educación superior. Una perspectiva iberoamericana

La Conferencia Mundial sobre Educación Superior que la UNESCO ha celebrado en Barcelona este mes de mayo, ha puesto de relieve el momento de transformación y cambio en el que se encuentran las universidades en este inicio de siglo. Los efectos de la pandemia del COVID son, en este sentido, un primer factor para tener en cuenta. No solo por sus evidentes efectos en la movilidad de estudiantes, profesores e investigadores, sino sobre todo por la aceleración que ha generado en la digitalización de las instituciones universitarias y la consiguiente gran expansión de los formatos educativos on line. Si bien esas transformaciones de fondo ya estaban presentes en el periodo pre-pandémico, los largos periodos de confinamiento y de restricción en la movilidad y en los formatos de reunión, han supuesto un antes y un después. Pero, más allá del cambio tecnológico y de los efectos de la pandemia, lo que está en juego es la necesidad de replantear de arriba abajo la propia concepción de la universidad en este gran momento de cambio de época.

Las universidades han sido siempre un espacio de creación y de intercambio y difusión del conocimiento. Un conocimiento que por definición es universal, ya que permite que se comparta sin menoscabo ni de emisor ni de receptor, y por el hecho que afecta a toda la humanidad y al entorno en el que se despliega su vida y actividad. Las universidades eran globales mucho antes de la mundialización, y han sido asimismo “locales” en el sentido que se han siempre interrelacionado intensamente con el entorno en el que estaban ubicadas. En los momentos actuales, cuando el conocimiento mismo caracteriza nuestra época, las universidades mantienen su protagonismo, pero han de compartirlo con muchos otros focos de generación de conocimiento básico y aplicado. Necesitan abrir sus puertas más que nunca a nuevos perfiles de estudiantes en dinámicas de formación a lo largo de la vida. A nuevas interacciones con entidades, empresas y organismos de todo tipo, ya que esa interrelación activa nuevas iniciativas y permite responder a nuevos retos. A nuevos formatos de formación y transmisión e intercambio de conocimiento, aprovechando las tecnologías digitales para ampliar y flexibilizar las conexiones, pero al mismo tiempo resignificando el valor y la función de la presencialidad que ha sido siempre una característica distintiva de las universidades y de su formato de aprendizaje.

El sistema universitario español no puede desplegar su potencial ni ser coherente con su propia historia, sin reforzar su compromiso con el Espacio Europeo de Educación Superior donde se integra, ni sin promover, impulsar y ayudar a fortalecer la construcción del Espacio Iberoamericano de Educación Superior. Con relación a Europa los avances han ido siendo constantes y la propia experiencia de Erasmus y de los proyectos de investigación con partenariados intereuropeos han acabado decantando la necesidad de dar nuevos pasos hacia la creación de Universidades Europeas con titulaciones conjuntas y movilidades cruzadas de estudiantes y profesores.

Las condiciones de partida favorecerían que ese tipo de políticas de colaboración, intercambio y movilidad se diesen con mayor facilidad que en un continente tan diverso como Europa, en el espacio iberoamericano, pero también es cierto que hay muchos otros factores que lo complican y dificultan. Entiendo que no es posible dejar de avanzar en la construcción y consolidación de la comunidad universitaria iberoamericana. Ya hay mucha experimentación realizada, muchos intercambios en marcha, muchos proyectos de investigación que cruzan mares y fronteras. Existen innumerables convenios de colaboración con distintos grados de vitalidad. Todo ello constituye una base sólida sobre la que fundamentar avances significativos que permitan saltos de calidad y trayectorias consolidadas para pasar de las expectativas y de las experiencias singulares a dinámicas institucionales resilientes.

Las universidades iberoamericanas no pueden quedar al margen de las necesidades que plantea el cambio de época que estamos atravesando, con retos de gran calado en la esfera digital, medioambiental o socioeconómica. Las universidades han de afrontar estos retos tanto desde su capacidad de acompañar los cambios necesarios con investigación y formación, como desde el punto de vista interno, transformando sus estructuras y procedimientos. Para ello la internacionalización, la capacidad de comparar, de aprender de las experiencias de otras instituciones, resulta un factor clave de actualización y de mejora. El Espacio Iberoamericano de Educación Superior debería ir fortaleciendo su presencia y ayudando a que las universidades sigan siendo un servicio público de primera magnitud para cualquier país o comunidad.

 

Joan Subirats
Ministro de Universidades

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