Septiembre tiene siempre algo de impulso renovador que nos invita a abrir ventanas, sacudir el polvo del verano y comenzar de nuevo. En la Fundación Carolina este mes adquiere un significado especial, pues con el inicio del curso académico 2025-2026 recibimos a un nuevo grupo de becarias y becarios que llegan cargados de proyectos, ilusiones y una voluntad firme de transformar sus realidades. Traen consigo la certeza de que el conocimiento no solo ilumina el camino individual, sino que también entreteje comunidades y construye vínculos capaces de sostener a toda una región.
No es un comienzo cualquiera. Este año celebramos un cuarto de siglo de vida, veinticinco años de intercambio cultural, de formación y de apoyo al talento iberoamericano. A lo largo de este tiempo hemos acompañado a miles de personas que hoy son líderes en los ámbitos más diversos: la ciencia, la política, la empresa, la cultura o la cooperación internacional. Ellas y ellos son testimonio vivo de cómo la educación abre puertas insospechadas y multiplica oportunidades.
Entre esos caminos recorridos hay uno que nos conduce al cine. Porque pocas disciplinas tienen tanta capacidad para tender puentes entre sociedades como las historias narradas en imágenes. Desde 2003, la Fundación ha otorgado becas para participar en el Curso de Desarrollo de Proyectos Audiovisuales Iberoamericanos. Allí, guionistas y creadores encuentran un espacio fecundo donde trabajar sus proyectos con la guía de reconocidos profesionales. El fruto de ese esfuerzo colectivo se mide ya en más de doscientas películas y series que han conquistado festivales internacionales y que, sobre todo, han enriquecido el patrimonio cultural compartido de nuestra región. El ciclo “Miradas compartidas” quiere rendir homenaje a esas obras que nacen del intercambio y la cooperación, y que, como espejos múltiples, nos ayudan a reconocernos en nuestras diferencias y a descubrir lo que nos une.
Pero si el cine nos recuerda quiénes somos y qué soñamos, los Derechos Humanos nos recuerdan qué debemos proteger. En torno a ellos gira buena parte de nuestra oferta académica, porque formar en este ámbito no es solo un gesto educativo, sino también un compromiso ético con la justicia, la equidad y el respeto entre todos y todas. El conocimiento en Derechos Humanos es, en cierto modo, el hilo invisible que cose nuestras sociedades y asegura que la paz no sea una entelequia, sino una posibilidad cierta. En este boletín conversamos con Yaelle Cacho, coordinadora del Máster en Derechos Humanos y Mecanismos de Protección de la Universidad de Cantabria, dentro de la oferta de la Fundación Carolina, para comprender mejor la relevancia de esta apuesta.
Este mes también iniciamos, junto a la Unión Iberoamericana de Universidades, un curso universitario que lleva por título “Defendiendo Derechos Humanos: de la teoría a la práctica”. Se celebrará en Madrid y reunirá a treinta participantes procedentes de distintos ámbitos, todos ellos con un perfil acreditado de defensores y defensoras de derechos. Durante dos intensas semanas recibirán formación teórica y práctica para afrontar los retos más urgentes en este campo, con un énfasis especial en el papel fundamental que desempeñan quienes defienden los derechos de los demás.
Con ilusión y con la certeza de que invertir en personas es siempre la mejor manera de invertir en el futuro, la Fundación Carolina comienza un nuevo curso académico. Veinticinco años después de su nacimiento, renovamos la convicción de que solo a través del conocimiento compartido, la cooperación y la diversidad de miradas podremos construir un espacio iberoamericano más justo, más solidario y más vivo.