América Latina se encuentra en un momento paradójico y de gran incertidumbre. La cooperación regional promovida en la década de 2000 por los gobiernos de izquierda ha perdido fuerza y se encuentra en crisis. Los líderes regionales y las potencias medias de Suramérica han cambiado sus prioridades (Brasil y Argentina) o están en profundas dificultades institucionales por diferentes motivos (Venezuela, Perú y Ecuador). Asimismo, las condiciones económicas, sumadas al proteccionismo internacional, han determinado el retorno de las agendas tradicionales de integración comercial, con nuevos elementos regulatorios (Quiliconi, 2018). Desde 2015, el giro político de los gobiernos suramericanos ha roto con el regionalismo postneoliberal, dando paso a un regionalismo abierto basado en el libre comercio y, en muchos casos, asociado a proyectos de corte neoliberal, como el que propone la Alianza del Pacífico y, para algunos países, el regreso a la cooperación comercial con la Unión Europea (UE).








