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Entrevista a Martín Sánchez Mestre, museólogo, docente e investigador venezolano

Entrevista a Martín Sánchez Mestre, museólogo, docente e investigador venezolano

Hablamos con
Martín Sánchez Mestre
Debemos implicarnos no solo con el arte, sino también con cómo hacemos del arte un espacio de compromiso

Martín Sánchez Mestre es museólogo experto en arte contemporáneo, además de docente e investigador en la Universidad de Zulia, Venezuela. Invitado a España por Fundación Carolina en colaboración con la Embajada de España en Venezuela, realizó una visita con el objetivo de entrar en contacto e intercambiar impresiones con instituciones que pudieran mostrarle diferentes modelos de gestión de la cultura en España. Aprovechamos esta visita para preguntarle por sus proyectos museísticos y cómo encajan estos en el cumplimiento de la Agenda 2030 y con los retos que afrontan nuestras sociedades.

Como museólogo, tienes previsto conocer diferentes modelos museísticos que se están desarrollando en España. ¿En cuáles has estado trabajando en Venezuela?

Como museólogo, mi trabajo consistía en desarrollar proyectos expositivos y educativos que fuesen significativos. No solo tenían que ser del mundo del arte, sino también generar un impacto social.

¿Y como docente e investigador? ¿En qué proyectos te has involucrado últimamente?

En el Museo Virtual del Sur, por ejemplo. Este proyecto comenzó con una investigación, con un proceso de encuesta para conocer mejor la realidad de la gente y las veces que va al museo. Y la realidad es que la gente no va lo que debería ir. ¿Por qué? Porque no tienen tiempo, porque tienen difícil aparcar, porque tienen otras prioridades. Pero a lo mejor tienes un tiempo libre en tu casa y puedes acceder al museo a través de las tecnologías.

Este museo virtual estaba especializado en la puesta en valor del patrimonio, porque este se estaba perdiendo. El patrimonio es un importante recurso turístico, pero también una oportunidad de desarrollo para las comunidades que lo conservan. El museo es un ente social. Por definición, los museos son instituciones al servicio de la sociedad y de su desarrollo, pero yo me preguntaba hasta qué punto el museo contribuye a ello.

¿Y cómo contribuye ese museo a mejorar la sociedad?

El museo tiene que ser lo suficientemente sensible y distinto al resto. Por ello, se creó una revista llamada Museal, y, con ella, la búsqueda de nuevas estrategias de financiamiento. Decidimos hacerla con los estudiantes de diseño gráfico. Contribuimos a cambiar la mentalidad de la gente respecto de estos jóvenes, que estaban todo el día pegados a una computadora. Era una manera de poder estimular la relación familiar para que se valorase el trabajo que hacía el joven.

¿Cómo se adapta esa contribución a la situación actual de Venezuela?

Comenzábamos a ganar patrocinios, pero luego empezó a superarnos la realidad venezolana, y comenzó la fuga de todos los patrocinadores… Entonces, el museo tuvo que reinventarse. Fue cuando la revista Museal apareció al rescate del lenguaje, de la lengua indígena anyú, que se había perdido. Es fundamental trabajar con este tipo de situaciones para conservar ese conocimiento popular.

Háblanos del proyecto de voluntariado “Aliados del Patrimonio”…

Como docente, cuando nombrabas algo del patrimonio muy importante de la zona, nadie sabía lo que era. Y así nace el voluntariado “Aliados del Patrimonio”, que comenzó en la Universidad de Zulia, y luego se proyectó a otras universidades de la ciudad, porque realmente el problema no era solo de mis estudiantes; era el problema de los estudiantes universitarios.

La agenda que tienes programada parece muy interesante…

Sí, me gusta el arte contemporáneo, la mediación, la educación… Además de ser museólogo también soy público, y me dan la oportunidad de visitar el Reina Sofía o el Prado, entre otros. Pero esta visita me permite también estar dentro, me permite estar en los procesos, que es lo que la gente no ve, así que estoy muy agradecido.

En la agenda se incluyen visitas a instituciones más alternativas…

Sí. A pesar de ser académico, no soy tan formal. Creo que, tanto en los procesos universitarios como en los docentes, tenemos que repensarnos y reinventarnos, porque la sociedad es distinta. Las necesidades que tiene hoy la sociedad son distintas a las que tenía en el siglo XX. Tenemos que ser flexibles.

¿Cómo crees que puede aportar a los proyectos que estás llevando a cabo?

Creo que el intercambio genera cambio. Estoy seguro de que, al volver, lo haré con otra mentalidad, porque uno es reflexivo y, sobre todo, sensible. Uno tiene que estar abierto y creo que permitir conocer toda esa diversidad, de alguna manera, impacta.

Vemos que has hecho algo de inmersión en el mercado de artistas noveles…

Cuando hablas de artistas emergentes, lamentablemente existe una limitante de edad. O sea, emergente es hasta los 35 años y en realidad no tiene nada que ver con la edad. Tiene que ver con la oportunidad que tú tengas para dar visibilidad. Para poder poner en valor ese concepto, yo preferí utilizar el término novel. Y, también otra parte, ¿qué pasa con lo que no sea emergente? ¿No puede entrar al mundo del arte? Se dio la oportunidad de que un patrocinador en una importante feria internacional que se celebró en el museo comenzara a patrocinar proyectos, y así personas de 60 y 70 años comenzaron a sentirse jóvenes nuevamente, a sentirse emergentes y comenzaron a mejorar su calidad de vida, porque consiguieron en el arte una opción.

¿Tienes algún proyecto en mente para este año?

Me preocupa mucho el problema del plástico y estoy tratando de ver cómo puedo enfrentarlo. Estoy en esa fase como de investigación, pero no en una investigación tradicional, sino en una investigación conmigo mismo. O sea, que yo me sienta como a gusto y que yo crea que lo que realmente estoy haciendo es chévere. Lo importante es arriesgarse. O sea, creo que el arte es riesgo. Entonces, yo también tengo que ser coherente con eso, tengo que arriesgar. Lo que resulte tiene que llegar realmente a todo el mundo.

Me preocupa el deshecho, vivimos en una sociedad plástica. Si yo también formo parte del mundo, y hoy en día existe la Agenda 2030, ¿qué hago yo como ciudadano para contribuir con la Agenda 2030? Soy de una generación la cual está consciente que se está cargando el planeta. Y no estoy haciendo nada. Y yo no quiero ser así. Quiero generar algo que realmente eduque y cambie una actitud en torno al consumo y uso del plástico. Tenemos que trabajar todos, porque hay que generar sinergias… No quiero ser pasivo, uno no puede ser tan egoísta.

Y para este proyecto en concreto, ¿pretendes contar con alguna colaboración?

Debemos implicarnos no solo con el arte, sino también en cómo hacemos del arte un espacio de compromiso. Quiero que sea un trabajo curatorial, pero con diferentes visiones. No con curador o curadora estrella, sino que sea mucha gente. Entonces, estoy ahorita hablando con mis amigos para ver qué les parece, cómo aportan y cómo construimos juntos el proyecto. Tiene que ser entre todos.

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