El pasado 9 de octubre, en el corazón del acto central del 25 aniversario de la Fundación Carolina, se desplegó un mapa de ideas, sueños y conexiones. La mesa redonda “La experiencia Carolina” no solo reunió voces, sino historias que cruzan fronteras, acompañadas de un graphic recording de Fernando de Pablo, de Dibujario, que convirtió cada reflexión en un relato visual.
Érika Rodríguez Pinzón, directora de la Fundación, habló de compromiso, ciencia sin fronteras y tecnología; de cómo la conexión entre mundos distintos puede ser la chispa que fortalezca la cooperación iberoamericana.
Yarivith González recordó que los sueños necesitan perseverancia. Su investigación sobre métodos sostenibles para el reciclaje de metales de baterías de litio, apoyada por la Fundación, es ejemplo de cómo la ciencia y la cooperación pueden transformar el planeta y las vidas de quienes se atreven a innovar.
Laura Otálvaro puso sobre la mesa el poder de la familia, las comunidades y lo colectivo. Subrayó cómo la Fundación abre caminos para el encuentro de mundos distintos, generando oportunidades que cambian la vida de las personas becadas y de quienes las rodean.
Pavel Giroud habló del arte como herramienta de cambio. Agradeció a la Fundación por dar espacio a proyectos que rompen moldes y que permiten a las y los exbecarios impactar positivamente en sus entornos, demostrando que la creatividad también transforma realidades.
Alejandro Torrecilla cerró con la imagen de la Fundación como un puente, capaz de conectar ideas, personas y proyectos para generar un impacto tangible en la sociedad. La ciencia, la cooperación y la innovación se entrelazan así en una misma narrativa: la de cambiar vidas.
El graphic recording quedó como testigo de este diálogo, un mapa visual de aprendizajes, conexiones y transformación. Veinticinco años después, la Fundación Carolina sigue tejiendo historias que atraviesan fronteras y que recuerdan que la cooperación, la curiosidad y la imaginación son fuerzas capaces de transformar Iberoamérica.