Hablamos con

Entrevista a Rosa Conde

Entrevista a Rosa Conde

Hablamos con
Rosa Conde
La creación en el año 2000 de la Fundación Carolina reforzó las buenas relaciones existentes entre España y América Latina, con una dimensión de trabajo conjunto

Licenciada en Ciencias Políticas y Económicas por la Universidad Complutense de Madrid, en su vida pública ha ocupado diferentes responsabilidades, como directora del Centro de Investigaciones Sociológicas, ministra Portavoz del Gobierno de Felipe González y Secretaria General de la Presidencia. Ha sido directora de la Fundación Carolina entre 2004 y 2012. Hablamos con ella, con motivo del XX aniversario, para conocer el punto de vista de la persona que más años ha estado al frente de esta institución.

¿Cómo explicarías qué es la Fundación Carolina a alguien que no ha oído nunca hablar de ella?

La Fundación Carolina es una institución central en la cooperación española, y yo creo que también en la política exterior española, porque América Latina ha sido un objetivo prioritario para todos los gobiernos de la democracia, en distintas dimensiones y de distinta forma, pero siempre ha sido estratégico. La creación en el año 2000 de esta institución para cubrir espacios de la educación, de la cultura y de la ciencia en lo que llamábamos la Comunidad Iberoamericana del Conocimiento, reforzó las buenas relaciones existentes entre España y América Latina, a veces con una dimensión más política, a veces con una dimensión más igualitaria y sobre todo, de trabajo conjunto.

A diferencia de otras instituciones de la cooperación española, la Fundación Carolina es una alianza público-privada. Esta experiencia fue extremadamente buena, porque esa relación entre la Administración, el Gobierno y las empresas no solo se daba por la financiación que unos y otros aportaban a su funcionamiento, sino que también sirvió para tomar decisiones conjuntamente, para avanzar en ese proyecto común desde distintas ópticas, pero entendiendo que la apuesta por la educación era un eje central para el desarrollo de América Latina. Eso fue muy importante. Y además, es una fundación público-privada que tiene un componente adicional, que es la cooperación y la colaboración con las universidades y con las distintas instituciones de educación superior y universitaria.

Fuiste directora de la Fundación Carolina durante ocho años, de 2004 a 2012 ¿Qué hitos destacarías de esta etapa?

En la época que dirigí la Fundación, con un equipo muy potente e involucrado, apostamos porque las mejores universidades públicas estuvieran dentro de nuestra oferta de formación. Fue esencial incorporar a nuestro proceso la apuesta que se había hecho en España durante muchos años por la universidad pública. La finalidad de estas becas era que los alumnos volvieran a sus países de origen a aportar allí ese caudal de conocimiento, de formación que habían aprendido. Hemos visto después, cuando hicimos un estudio sobre el valor social de las becas de la Fundación, que esto ha sido muy importante. Este estudio nos permitió descubrir varias cosas muy interesantes: una, que a veces estos chicos y chicas que venían aquí, eran la primera generación de estudiantes universitarios de su familia. Pero lo más importante, es que muchos de estos becarios que completaron su formación en España, volvieron a América Latina y se incorporaron a puestos de responsabilidad en el gobierno, en las empresas, en las instituciones. Fue un estudio pionero que nos permitió ver cómo cambia la vida y cómo afecta a los países la estancia en España de una persona individual. Nosotros no trabajábamos solo para ayudar a una persona, sino que sabíamos que ayudando a esa persona estábamos ayudando también al desarrollo de su país, en la dimensión que fuera. Por tanto, el objetivo de cooperación y ayuda mutua de este programa estaba muy conseguido y lo sigue estando.

Yo creo que fue importante mantener todo lo positivo que había de la etapa anterior, que había mucho, y minimizar lo que nos parecía que no cumplía bien con este objetivo de cooperación cultural, educativa y científica. Y vuelvo a lo que decía antes de lo público: el primer paso que dimos, apoyado además por todas las empresas y todas las instituciones y por supuesto por el Gobierno, fue cambiar las universidades privadas, que tenían mucha fuerza entonces en la concesión de las becas, por universidades públicas. De esta manera, la oferta de la Carolina creció inmensamente; pudimos abarcar espacios que no se habían abarcado hasta entonces, además de también tener la suerte de haber aumentado la financiación. Conseguimos una participación de las empresas privadas, en todos los sentidos pero también en el financiero, muy importante, y eso nos dio mucho peso. Nos dio muchas posibilidades de diversificar nuestras oferta de formación.

Lo más característico de nuestra época fueron las becas, la cantidad y calidad de becas que se dieron, y la atención que dábamos a los becarios cuando venían a España. Recogimos el programa “Vivir en España”, dotándole de una cantidad de recursos y de información, de manera que los estudiantes vinieran a nuestro país y no solo aprendieran sobre matemáticas o sobre ciencia, sino que aprendieran también lo que era la sociedad española, el proceso de decisiones de las empresas, la vida cultural. Completamos todo ese círculo de una manera muy importante.

Entendimos también, y yo creo que eso ha sido muy significativo y se ha vuelto a recoger ahora en esta etapa, que no solo era importante ayudar a la formación de profesionales, sino que era muy importante para la cooperación y para la política exterior española tener un universo de reflexión, de investigación y de debate que nos permitiera también colaborar con las principales instituciones de investigación en América Latina como, por ejemplo, la CEPAL. Se creó el Centro de Estudios, con una dotación pequeña pero lo suficientemente importante como para permitir que la cooperación, la política exterior española, el Gobierno y nuestras empresas inversoras en América Latina, tuvieran una información relevante sobre temas que eran en ese momento importantes: desde el sistema de pensiones, la modernización de la sociedad, las políticas de bienestar, y miles de ejemplos que se pueden ver, que además ahora están colgadas en la red. Publicamos varios libros, muchos por iniciativa nuestra, pero muchos otros con otras instituciones. Recuerdo uno sobre el futuro de América Latina que hicimos con el Real Instituto Elcano y la Secretaría General Iberoamericana. La colaboración con Enrique Iglesias, que entonces era el secretario general, nos abrió muchas puertas, aquí y en América Latina.

Le doy mucha importancia también a algo que solo pudimos hacer en esa etapa, que fue la creación del área de responsabilidad social. Queríamos implicar a las empresas en el proceso de toma de decisiones, y nos pareció que la mejor forma de hacerlo era crear una unidad de responsabilidad social en la que, con un grupo de expertos en América Latina y con los máximos dirigentes de las distintas empresas en temas de responsabilidad, teníamos reuniones periódicas donde analizábamos la situación; de manera que no solo nos ayudaban las empresas a nosotros con la financiación, sino que nosotros también las ayudábamos a ellas a entender esos cambios que se estaban produciendo de cara a la inversión en Latinoamérica.

Por último, hay un programa de la etapa anterior que se sigue haciendo y que nosotros continuamos: el Programa de Visitantes, que permitía completar el programa de becas. Eran programas muy acotados en el tiempo pero con unos objetivos muy claros. Por ejemplo, el programa de Jóvenes Políticos Iberoamericanos, en el que reuníamos a los principales responsables jóvenes de diferentes partidos de los distintos países y les traíamos a España a hacer un debate con políticos españoles, y así ver cuáles son las diferencias de planteamientos, de formas de enfrentar la política, etc. Pongo ese ejemplo como podría poner el programa de las Becas Líder, hoy Jóvenes Líderes Iberoamericanos, en el que durante casi un mes reuníamos a 50-60 jóvenes y les acompañábamos a conocer las instituciones europeas, las empresas españolas, las distintas Comunidades Autónomas, etc.  Lo que pretendíamos era reforzar esa unidad entre España y América Latina a través de la conexión con la gente joven.

También en esa etapa fueron muy importantes los patronatos en América Latina. El patronato en España funcionaba muy bien, con S.M. el Rey, y una representación del Gobierno y de las empresas muy significativa. Lo que procuramos en América Latina fue reforzar esos patronatos con el mundo académico e intelectual. Pudimos hacerlo solo en tres países, México, Argentina y Colombia, y esto amplió muchísimo el efecto del trabajo hecho en España y reforzaba la vuelta al país de esos estudiantes, que acababan formando unidades de lo que luego llamamos la Red Carolina. Fue también un momento especial, y todavía hoy funciona.

Yo creo que fue una época muy importante para la Fundación, que después ha tenido una quiebra, pero que de nuevo, aunque con menos recursos y sobre todo con más problemas por el momento sanitario que estamos viviendo, ha vuelto a coger peso en los dos espacios fundamentales: formación e investigación.

En tu opinión, ¿qué retos de presente y futuro debería asumir la Fundación Carolina?

Desde su creación, del año 2000 al año 2020, las cosas han cambiado y las relaciones son mucho más igualitarias. La Fundación ahora está planteada para colaborar mutuamente con América Latina en algo que nos va a beneficiar a todos. Por eso, siguen siendo importantes las becas y la investigación, pero desde una posición de mayor igualdad entre las regiones y entre los países.

Al hilo de los cambios que se producen en la forma de enfrentar la cooperación y en la forma de enfrentar la política exterior, la Fundación tiene que orientar el esfuerzo que hace en un sentido o en otro, en función de lo que está pasando. En ese aspecto, yo creo que tiene que haber y que está habiendo una estrategia distinta, manteniendo el espíritu y los objetivos.

La dimensión de investigación, que ha vuelto a recuperar el equipo actual, es fundamental. Tenemos ya dos ejes centrales: formación de capital humano y ayuda a la ciencia, a la investigación, al adelanto tecnológico. Eso ha sido un factor común durante muchos años, ha tenido momentos de más quiebra, pero yo creo que estos dos ejes van a seguir siendo centrales en el futuro, en un momento en que la Fundación tiene mayores problemas.

Por lo que sigo viendo, hay una continuidad desde entonces, pero adaptada a un cambio…20 años en la sociedad que vivimos es un cambio brutal…, pero aquí viene la mala suerte: la pandemia, que desde marzo ha tocado de lleno a todas las instituciones, pero si a una ha tocado mucho más, es a la Fundación Carolina. Tiene mucho mérito lo que está haciendo la Fundación porque, por lo que yo he visto, el porcentaje de becas se mantiene, en función del presupuesto, pero se mantiene; como lo hacen también la atención a los becarios y la Red Carolina.

La diferencia de ahora con mi época, es que nosotros fuimos afortunados porque teníamos todo un proyecto por delante y tuvimos medios y un periodo económico-político bastante bueno y positivo. Ahora todo es más difícil. Si hablamos de la pandemia, ya es extremadamente difícil, porque trae consigo un problema económico de una dimensión que todavía hoy no podemos calibrar, pero que seguramente afectará, porque las empresas se verán afectadas en sus inversiones en América Latina. También está el grave problema que tiene el Gobierno de España para poder aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Si los presupuestos no se aprueban, o si hay problemas en la financiación que viene desde Europa para hacer frente a esta situación, la Carolina se va a sentir afectada. Yo creo que todo esto afecta muy negativamente a la Fundación y, precisamente por eso, celebrar sus 20 años es bueno, porque estos 20 años han hecho que tenga una fortaleza mas allá de las condiciones favorables o desfavorables.

Tengo bastante esperanza en el futuro de la Fundación. Creo que tendrá ahora un periodo de una dimensión o de un crecimiento menor, pero el espíritu, el objetivo, ha sido muy bien aceptado por los gobiernos, por las empresas y por las universidades y centros de investigación. Es decir, que tiene muchas patas que la asientan hacia un futuro prometedor, al margen de que todos, España, Europa y América Latina, vamos a pasar un periodo muy negativo, muy difícil. Yo creo y me gustaría pensar que, dentro de unos años, el equipo actual podrá seguir viendo que se mantiene el espíritu que ha hecho de la Fundación Carolina una institución singular y muy querida y respetada.

¿Cómo ves la región en la actualidad?

Muy golpeada, la pandemia nos ha golpeado a todos. Da igual si hablas de Alemania, de Italia… pero si vas a América Latina, la pandemia ha golpeado más duramente. Por muchas razones: una, porque sus sistemas sanitarios no son tan potentes como son los sistemas sanitarios europeos, por mucho que hayan mejorado. También la informalidad en el trabajo es mayor y, por tanto, el recurso del teletrabajo que en España ha salvado a muchas empresas y a muchos trabajadores, en América Latina no ha estado tan extendido; hay muchos sitios en los que tienen que ir presencialmente al trabajo porque no hay otra cobertura, y esto hace que el riesgo de contagio sea mayor.

La pandemia está afectando muy duramente. La crisis económica va a ser grande en todas partes, pero en una sociedad que todavía era un poco más frágil que, por ejemplo, la europea, el golpe va a ser más fuerte.

Además, se produce en un momento de una gran contestación social, aunque está un poco amortiguada por lo que está pasando. Por ejemplo, Chile, que empezó respondiendo bien a la lucha contra el coronavirus, tenía una situación económica razonable, pero se han ido cometiendo una serie de errores que han sacado a la gente a la calle, y la protesta tan fuerte dificulta aún más todo.

Si nos fijamos en los distintos países, en este momento América Latina es muy desigual. Tiene países con gravísimos problemas como Venezuela, un problema del que no se ve final al que se une la pandemia, la crisis económica, la falta de respeto a los derechos humanos… es un tema muy complicado. Tenemos Nicaragua, donde se sigue negando la pandemia o no se la toma muy en serio, y son países que se salen de la norma de pura negatividad.

Los países son distintos, por ejemplo Perú, que es un país que empezó controlando bien la pandemia, tiene muchos problemas de estabilidad política que han hecho que de pronto sea uno de los países donde el número de contagios es mayor.

Es muy difícil hablar de América Latina, pero como pincelada general es grave el efecto de la pandemia, y va a ser muy importante la crisis económica asociada a los cambios que se producen. Hay mucha heterogeneidad y sigue sin haber una cooperación suficientemente importante entre países. Creo que pasaremos una década mala, y espero que nosotros, desde España, en la medida que podamos, sigamos mirando hacia América Latina desde esa relación entre iguales, pero con condiciones políticas, sociales y económicas distintas.

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