La innovación tecnológica criminal, más que un concepto, es un marco de análisis que parte de la comprensión de las organizaciones criminales como negocios lucrativos, de tal forma que se sirven de la evolución del mundo para adaptarse de la manera más efectiva y eficiente posible a él.
En este contexto, la tecnología se postula como un medio de enorme capacidad innovadora para el crimen organizado en cuatro dimensiones: mediante su aprovechamiento directo para capacidades operativas, para la ampliación de mercados, para la optimización de sus ataques y para la manipulación de personas y colectivos de interés.
Parece, por tanto, que las fórmulas de respuesta deberán contemplar estos postulados, y serán, por tanto, complejas y creativas si se desea adquirir un nivel de efectividad adecuado en esta lucha asimétrica y dinámica.