En los primeros 15 años del siglo XXI, América Latina y el Caribe ha consolidado su estatus como región compuesta mayoritariamente por países de renta media, en un escenario internacional caracterizado por el estancamiento de las economías industrializadas y el auge de los países emergentes. El alza en los precios de las materias primas y el aumento de la exportación de commodities han impulsado este proceso. A pesar del cambio de ciclo político y económico, manifiesto a partir de 2014, esta coyuntura representa el telón de fondo para la puesta en marcha de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que adoptó la Asamblea General de Naciones Unidas en 1/09/ de 2015, y la consecución de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
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