Editoriales

Movilidad académica: una prioridad para la cooperación

Movilidad académica: una prioridad para la cooperación

El pasado 15 de marzo la Fundación Carolina cerró su última convocatoria de becas de posgrado; y el 7 de abril hizo lo propio con las de doctorado, dando comienzo el período de selección de las personas beneficiarias de alguna de nuestras becas de formación. Con ello, un año más, la Fundación Carolina da cuenta de una de sus funciones centrales en tanto instrumento especializado de cooperación avanzada: mejorar la formación académica, incrementar las capacidades, y facilitar el acceso a la educación superior a cientos de jóvenes de América Latina; reforzar la internacionalización de las universidades españolas y, en suma, intensificar la actividad de las redes de conocimiento iberoamericanas. Todo ello, igual que en las últimas convocatorias, desde una oferta formativa que cubre todas las áreas científicas y todos los campos definidos por las cinco “p” de la Agenda 2030 (personas, planeta, prosperidad, paz, justicia e instituciones sólidas, y partenariados).

Un año más, la movilidad académica, uno de los pilares de la Fundación Carolina, se muestra como pieza clave de la internacionalización de las universidades, esencial en el espacio iberoamericano, donde el intercambio, la gestión y la creación compartida de conocimiento han probado ser de gran importancia en la mejora de la calidad de las instituciones de educación superior y en el incremento de capacidades de estudiantes y del personal docente e investigador. Desde la Fundación Carolina creemos que la movilidad internacional es una apuesta segura y una prioridad de cooperación con esa región, porque contribuye a fortalecer capacidades profesionales que se traducen en amplios beneficios sociales y económicos, genera un mayor conocimiento mutuo, y, al tiempo, favorece la creación de una ciudadanía comprometida. 

En este sentido, según revelan los últimos informes en la materia —y aún lejos de haberse superado los efectos socioeconómicos de la COVID-19, en particular en el ámbito educativo—, sobresalen dos claves prometedoras en la región: el rápido retorno tanto a la presencialidad como a los niveles de matriculación prepandemia, y la reanudación de los desplazamientos académicos, en línea con el reimpulso a la internacionalización universitaria. A ello se suma, en España, la presentación del anteproyecto de la Ley Orgánica del Sistema Universitario, que no solo pretende incentivar la movilidad internacional, sino que asimismo regula —en sintonía con la política de la Fundación Carolina— el acceso abierto a la producción científica, apuntando al establecimiento de una “ciencia ciudadana” que estreche el vínculo entre la investigación, el conocimiento y la resolución práctica de los problemas que afrontan nuestras sociedades. 

Bajo esta lógica, la Fundación Carolina mira, ilusionada, hacia el próximo curso académico. Recibimos un total de 84.523 solicitudes para posgrado, 100 candidaturas para doctorado, y 250 para estancias cortas posdoctorales, que se traducirán en una cifra cercana a 600 becarios y becarias, quienes se incorporarán a las aulas universitarias españolas a partir del próximo septiembre. Estas cifras reflejan el enorme atractivo que continúa suscitando el sistema de educación superior en España, así como la confianza y reputación consolidada que depara la Fundación Carolina.

En este boletín damos reflejo de todo ello, entre otras cosas, con un punto de vista del ministro de Universidades, Joan Subirats, que reflexiona en torno al futuro de la educación superior desde una óptica iberoamericana; y damos voz a personas que disfrutan o han disfrutado de una de nuestras becas y que, gracias a la movilidad académica, pueden contribuir al bien común desde sus diferentes ámbitos de acción.

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