Desde mediados de los años ochenta del siglo XX, en el continente americano se ha desarrollado progresivamente un régimen internacional de promoción y protección de la democracia. La institución central de dicho régimen es la Organización de Estados Americanos (OEA) y su fundamento normativo se encuentra en una serie de reformas a la Carta de la organización, así como en varias resoluciones de la Asamblea General que culminaron con la adopción de la Carta Democrática Interamericana en 2001. Dicha resolución establece que “los pueblos de América tienen el derecho a la democracia y sus gobiernos tienen la obligación de promoverla y defenderla”. Para cumplir con este objetivo, el régimen opera en el nivel político-diplomático y en el nivel de la asistencia técnica.
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