Bolivia se encamina a unas elecciones muy particulares dentro de su corta vida democrática, recomenzada en 1982. El 18 de octubre los bolivianos elegirán un gobierno para acelerar, atenuar o frenar el cambio político extra-electoral que se desencadenó en octubre y noviembre del año pasado, con la revuelta popular en contra del presidente Evo Morales y su deseo de reelegirse indefinidamente. Este cambio ha sido impulsado por las clases medias urbanas, organizadas en “comités cívicos”, “plataformas ciudadanas” contra la reelección y partidos políticos opositores a Morales. Aunque su principal bandera ha sido la condena de la figura de Morales, derrocado el 10 de noviembre pasado, este movimiento también alberga un rechazo a la ideología nacionalista e indigenista, al modelo económico estatista y a la democracia corporativa que prevalecieron durante el gobierno de aquel. Por tanto, busca sustituir las condiciones socioeconómicas y sociopolíticas heredadas por otras sobre las cuales todavía no existe un pleno consenso.
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