elecciones en Colombia

Elecciones en Colombia: cuatro preguntas y respuestas

La primera vuelta de las elecciones en Colombia dejó en carrera al exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro, el candidato unitario de la izquierda, con 40% de los votos, y al pintoresco empresario de la construcción y exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, con 28%. De esta forma, las maquinarias tradicionales que marcaron la política colombiana durante el siglo XX quedaron fuera de la contienda presidencial. Se trató de una suerte de voto “anticasta” a dos postulantes con perfiles muy diferentes, que ha reconfigurado el escenario político-electoral. Pero mientras que a Petro estos resultados lo obligaron a “recalcular” su estrategia, Hernández ya se venía preparando para enfrentar a la izquierda en caso de dar el sorpasso y dejar fuera a Federico Fico Gutiérrez, apoyado por el uribismo, que no contó con un candidato propio en esta elección. Cuatro preguntas y respuestas quizás ayuden a aclarar el panorama.

  1. ¿Fueron una sorpresa los resultados?

El pasaje a la segunda vuelta de Hernández se leyó con sorpresa, tanto dentro como fuera de Colombia. Sin embargo, había indicios y diversos artículos sobre el avance del “ingeniero” en una contienda electoral particularmente intensa, marcada por el deterioro de los indicadores sociales, la impopularidad del gobierno actual y la ola de protestas de estos años. En diciembre de 2021, la revista Semana tituló su portada: “Despegó Rodolfo” y se podía ver al candidato de 77 años montado en un cohete. Más allá del apoyo que pareció expresar esa decisión editorial, la imagen capturaba un clima que se confirmaría el 29 de mayo. Pero tiempo después, su candidatura comenzó, al menos en apariencia, a debilitarse —no participó de las primarias— y Fico Gutiérrez dio un salto en esos comicios como figura “sorpresa” en la derecha.

El 26 de marzo, la misma revista Semana se preguntaba en un titular “¿Dónde está Rodolfo Hernández? El candidato desapareció de la escena política hace varias semanas” y advertía que “ni en su propia campaña entienden qué pasó con el ingeniero”. Luego, el empresario santandereano rearmó su campaña con nuevos asesores y profundizó su proselitismo utilizando las redes sociales: su perfil de Twitter lo presenta como “rey del TikTok”. Finalmente, varios estudios de opinión captaron el crecimiento del postulante de la Liga de Gobernantes Anticorrupción en los días previos a la primera vuelta.

Como muestran los mapas, su desempeño se solapa con la “Colombia del No” en el referéndum por la paz de 2016 (con excepción de Antioquia, donde aún es fuerte la derecha uribista). Su buen desempeño es en gran parte producto de la crisis del uribismo, cuyo líder, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, ha visto erosionarse su popularidad. Hernández no estuvo en los debates y quedó en gran medida fuera de los ataques entre los candidatos. Su segundo lugar fue, sin duda, una derrota de las maquinarias políticas (liberales y conservadoras), que en su mayoría apoyaron a Gutiérrez.

  1. ¿Por qué hubo un “festejo amargo” en el Pacto Histórico?

Pese a obtener un 40% de los votos —un resultado inédito para la izquierda colombiana— en el Pacto Histórico en la noche del domingo 29 de mayo la preocupación primaba sobre la alegría. El petrismo fue pavimentando su avance con un muy buen resultado en las primarias y legislativas de marzo pasado, mostrando que el proyecto no se agotaba en el apoyo a Gustavo Petro, exguerrillero del M19, exalcalde de Bogotá, senador, y con esta, tres veces candidato presidencial.

La votación de Petro conecta con el inconformismo urbano, sobre todo de los jóvenes, entre quienes obtuvo su mejor votación. Pese a sus reticencias iniciales, aceptó a Francia Márquez, una activista feminista afrocolombiana —que obtuvo el segundo lugar en las primarias del Pacto Histórico— como candidata a vicepresidenta. Al mismo tiempo, actuó de manera pragmática: incorporó a “viejos zorros” de la política, como Roy Barreras y Armando Benedetti —que pasaron por el uribismo y el santísimo— y se volvieron figuras centrales de la campaña de Petro. También sumó a Alfonso Prada, quien coordinó la campaña de Juan Manuel Santos para su reelección.

En el plano programático Petro hizo eje en las reformas impositiva y previsional y en el cambio de modelo productivo en un sentido ecosocial.

Su crecimiento tuvo como contrapartida el derrumbe de la coalición de centro ya desde las primarias. Como resumió un artículo de La Silla Vacía, su candidato, Sergio Fajardo, no encarnó el cambio, no pudo arrebatarle a Petro el rol de principal opositor al gobierno de Iván Duque y nunca unió al centro detrás suyo. Ahora este espacio se divide entre el apoyo a Hernández y a Petro.

El pasaje a la segunda vuelta de Hernández alteró todos los esquemas de campaña de Petro, construidos sobre la contraposición cambio versus continuidad. En ese marco, Fico Gutiérrez era presentado como el candidato del desprestigiado gobierno de Duque y heredero del uribismo. Pero la performance de Rodolfo transformó la segunda vuelta en un enfrentamiento cambio versus cambio. Mientras Petro ajusta su campaña, el “rodolfismo” presionó el acelerador para sacar provecho de su momentum. Pero a sabiendas de sus debilidades, la campaña de Hernández anunció que este no participará de ningún debate.

  1. ¿Es Rodolfo Hernández un candidato de extrema derecha?

Hernández es comparado con Bukele, López Obrador, Milei, Berlusconi, Bolsonaro… Trump. Respecto de Bukele, el empresario candidato ha expresado su admiración por cómo el presidente millennial “pasó la escoba y limpió el congreso de politiqueros y corruptos”. También repite formas discursivas del mexicano, sobre todo la idea de que eliminando la corrupción y los gastos excesivos del gobierno se resuelven todos los problemas sociales.

Básicamente su discurso contra la “ladronera” machaca sobre el tópico trillado del empresario exitoso enfrentado a los políticos ladrones hijueputas [sic]. Va en la línea del “será lo que sea pero dice las cosas como son”, que hoy da buenos rendimientos electorales (ver listado de sus “barbaridades” aquí). Entre sus “lapsus” está haber dicho que confundió a Einstein con Hitler, y que en verdad es al científico a quien admira y no al genocida nazi.

Pero es difícil clasificar a Hernández en la extrema derecha. En la campaña declaró que, en caso de no pasar al balotaje, entre Fico Gutiérrez y Petro, votaría por Petro. Tampoco su gobierno como alcalde de Bucaramanga fue de extrema derecha. Sí ha hecho comentarios misóginos, pero en ese plano hay algo de confusión. Circula un video en el que, en realidad, habla del rol de la primera dama y dice que no debería participar en política, que se interpretó como un comentario sobre las mujeres en general. De hecho, el “ingeniero” argumenta que bajo su gestión como alcalde tuvo mayoría de mujeres en cargos decisorios, que su propia esposa es la encargada de sus empresas y que lleva de compañera de fórmula a una mujer —que también es afrocolombiana, aunque no activista como Francia Márquez—. Marelen Castillo llegó en verdad al binomio tras varias negativas recibidas por el “ingeniero” y no tiene peso político, aunque la edad de Hernández (77 años) podría darle un papel en caso de alguna eventualidad (en la campaña del “viejo” dicen que Rodolfo proviene de una familia de longevos: su madre está activa con 97 años —posó en una revista con una pistola en la mano— y su padre murió con más de 100).

Como alcalde, Hernández hizo izar una bandera de Venezuela en la fachada de la Alcaldía con un aviso que daba la bienvenida a los “hermanos venezolanos a la ciudad de la ética democrática” y, según funcionarias de su alcaldía, desplegó varias políticas públicas promigrantes. Pero también —con tono de patrón de estancia— hizo comentarios misóginos sobre las mujeres inmigrantes venezolanas (“son una fábrica de hacer chinitos pobres”) sumados a declaraciones interpretadas como negacionistas de los feminicidios.

El “viejo” puede mostrar también que cuando era alcalde, en medio de una polémica homofóbica en 2016, hizo izar la bandera LGBTI en la alcaldía, lo que generó críticas conservadoras. Incluso publicó un hilo en Twitter, con sus “20 diferencias” con el uribismo, en el que aprueba la despenalización del aborto y el matrimonio igualitario, brega por retomar relaciones con Venezuela, se dice favorable a ampliar los acuerdos de paz al Ejército de Liberación Nacional (ELN) y  rechaza el fracking. Recientemente, difundió “10 propuestas para las mujeres” que buscan mostrarlo como progresista en cuestiones de género. Una suerte de sobreactuación que deja ver su pragmatismo ideológico, pero también una victoria hegemónica de las luchas sociales de este periodo.

Su campaña tiene como base una sofisticada red multinivel. Como explica la periodista Ana León, se trata de una telaraña compuesta por las personas que están inscritas en un software creado para fidelizar “redes de apoyo”. Rodolfistas.com “es una gran base de datos a la que Hernández puede acceder para esparcir su mensaje pero, además, es una manera en la que cada ‘rodolfista’ puede hacerse visible ante el candidato, a punta de sumar referidos. Con ese incentivo hay personas que tienen redes de miles de ‘rodolfistas’ abajo suyo”. Incluso se piensa utilizar esta base para seleccionar futuros candidatos regionales.

Pero si Hernández es producto de la crisis del uribismo —y él mismo no es uribista— concentrará el voto de la derecha y la extrema derecha (aunque no solo) para derrotar a Petro. Y posiblemente dependerá de esos sectores para gobernar, ya que no tiene un bloque parlamentario propio. Sus declaraciones sobre la posibilidad de dictar el estado de conmoción interior para gobernar por decreto son una luz amarilla. Resuena en este plan lo ocurrido en El Salvador, bajo el giro autoritario de un presidente Bukele también “antipolitiquero”. La línea entre la politiquería y la democracia a veces es difusa.

  1. ¿Cuál es el escenario para el 19 de junio?

La performática campaña de Hernández, dirigida por el publicista argentino-colombiano Ángel Beccassino, viene siendo hábil para presentar a Petro como parte de la casta y de lo viejo. Eso le permite al “ingeniero” un doble juego: ocultar su posible dependencia de la derecha y la extrema derecha y mostrarse como un “político que no es político”, que como ya es millonario no va a robar, etc. En un salto publicitario audaz, en un video de campaña de TikTok se compara con el expresidente uruguayo José Pepe Mujica, Nelson Mandela y el papa Francisco (todos “viejos” como él y “buenos gobernantes”). Y en otro con el líder liberal progresista Luis Carlos Galán, asesinado en medio de un acto de campaña en 1989 por sicarios del Cartel de Medellín.

Petro deberá entonces ampliar la participación en zonas que le son favorables (la participación total fue de 55%), conseguir más acuerdos locales, atraer lo que pueda del voto centrista y liberal a Fico Gutiérrez, conseguir más apoyos de fuerzas vivas de las regiones y, sobre todo, posicionarse discursivamente como el cambio deseable. Y también esperar que Hernández cometa errores y sea más escrutado de cerca. Ahora, Petro buscar ponerse el traje de estadista previsible frente al salto al vacío —y el “cambio suicida”— que sobrevendría con Hernández…. Este parece tener, en principio, más espacio para “arañar” votos, pero si se escarba sobre su proyecto queda en evidencia su vacuidad. El escenario es abierto.

Si el próximo 19 de junio gana Petro, sumará a Colombia al “club” de un progresismo regional en busca de identidad y atravesado por numerosas tensiones internas. Si gana Hernández, su alineamiento parece más “derecha compatible” y habrá que ver hasta qué punto tratará de avanzar en un proceso de “bukelización” en un país que es más grande, con más densidad institucional y asociativa, y dinámicas políticas más complejas que la nación centroamericana que gobierna Bukele.

Autor/es

Pablo Stefanoni

Investigador del Área de Estudios y Análisis de la Fundación Carolina

Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires. Combina su actividad académica con su trabajo periodístico. Sus áreas de investigación son historia y política latinoamericana. Desde 2011 es jefe de redacción de la revista Nueva Sociedad. Ha dirigido la edición boliviana de Le Monde Diplomatique y ha escrito sobre los procesos políticos en el área andina. Su último libro es ¿La rebeldía se volvió de derechas? (Clave Intelectual/Siglo XXI, Madrid, 2021). Integra el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas/Universidad General de San Martín.

Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires. Combina su actividad académica con su trabajo periodístico. Sus áreas de investigación son historia y política latinoamericana. Desde 2011 es jefe de redacción de la revista Nueva Sociedad. Ha dirigido la edición boliviana de Le Monde Diplomatique y ha escrito sobre los procesos políticos en el área andina. Su último libro es ¿La rebeldía se volvió de derechas? (Clave Intelectual/Siglo XXI, Madrid, 2021). Integra el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas/Universidad General de San Martín.

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