Argentina montaña rusa electoral

Argentina en la montaña rusa electoral

La primera vuelta de las elecciones argentinas del 22 de octubre ha estado marcada por la remontada del peronismo —después de su tercer lugar en las primarias del 13 de agosto— y el estancamiento de Javier Milei, el candidato libertario de derecha radical.

Surgido casi de la nada, Milei logró transformarse en el vencedor de las primarias de agosto con casi 30% de los votos y provocó un vendaval político. En esos comicios, el peronismo quedó tercero, lo que encendió todas sus alarmas, y la centroderecha de Juntos por el Cambio (JxC), que tiene por principal referente al expresidente Mauricio Macri, sufrió el sorpasso de la derecha radical.

El primer lugar del actual ministro de Economía y postulante de Unión por la Patria (UP) en las elecciones del 22 de octubre, Sergio Massa, ha reequilibrado un terreno que lucía claramente desfavorable para el oficialismo, que hoy se ve con posibilidades de victoria. Y ha mostrado los límites del proyecto radical de Milei, que pese a dejar fuera del balotaje a Patricia Bullrich, es identificado por muchos electores como un salto al vacío. Este economista de 53 años tuvo dificultades para traducir su utopía anarcocapitalista, a veces expresada en términos casi mesiánicos, en un proyecto viable. Milei no solo terminó pagando el precio por sus propias declaraciones de los últimos años —como su defensa de mercados de órganos, la libre portación de armas o sus insultos al papa Francisco—, su estilo agresivo y las dudas sobre su estabilidad psíquica; declaraciones de colaboradores y candidatos —como la posibilidad de que los hombres renuncien a la paternidad, propuesta por la candidata a diputada Lilian Lemoine, o la ruptura de relaciones con el Vaticano, postulada por su referente intelectual Alberto Benegas Lynch— funcionaron como un bumerán para el candidato de La Libertad Avanza, un admirador del partido español Vox. Milei terminó enredado incluso al tratar de explicar cómo implementaría su propuesta estrella, la dolarización de la economía, en un país que carece de dólares en sus arcas públicas.

De manera paradójica, el carácter extravagante de Milei le permitió a Massa —actual ministro de Economía que debe lidiar con una inflación interanual de más de 120% y la amenaza de corridas cambiarias— convertirse para muchos en el candidato de la “previsibilidad”. En el freno de mano para evitar el precipicio.

Como escribió el periodista Fernando Rosso, hubo un desplazamiento del “voto castigo” al “voto defensivo”. Pero hay más: el peronismo, “dormido” en las primarias, se despertó y logró reconquistar votos en varios de sus bastiones, notablemente en el llamado Conurbano bonaerense. El 45% obtenido por el gobernador Axel Kicillof impulsó el voto del propio Massa, y de esa provincia, más concretamente del populoso Conurbano bonaerense, salió la diferencia que Massa le sacó a Milei.

Siendo ministro de Economía y candidato presidencial, Massa consiguió casi un milagro. Descrito como “un arribista del poder” por su biógrafo Diego Genoud, es conocido por su pragmatismo y astucia. Distanciado de Cristina Fernández, de quien fue su jefe de Gabinete en su primer gobierno, Massa se postuló a la presidencia en 2015 con un discurso fuertemente antikirchnerista. Pero en 2019 volvió al panperonismo organizado en torno del Frente de Todos y se reconcilió con la expresidenta.

“Massa combina un ethos de la época de [Carlos] Menem con una capacidad de construcción de poder heredera de [Néstor] Kirchner”, lo definió el periodista Martín Rodríguez.

Llegó a ser candidato como prenda de unidad en un peronismo inmerso en las disputas entre la vicepresidenta Cristina Kirchner y el presidente Alberto Fernández. La elección de un centrista como Massa fue un acto reflejo de un peronismo que, pese a su debilidad, sigue teniendo capacidad de reacción. Fue el resultado también de un kirchnerismo que hace tiempo que tiene más capacidad de veto que de proyección hegemónica; que en palabras de Rodríguez “conserva una estructura de sentimientos pero se quedó sin ideas para Argentina”.

Tras el tercer lugar de JxC, Macri, quien ya en la campaña había dejado ver sus afinidades con Milei, le dio su apoyo explícito, y sumó a ese acto a Bullrich, a quien Milei había tratado durante la campaña de “montonera tirabombas”, por el pasado de la candidata en el peronismo revolucionario de la década de 1970.

La decisión de Macri ha hecho crujir a la alianza de centroderecha integrada por su partido, Propuesta Republicana (Pro), la centenaria Unión Cívica Radical (UCR) y la Coalición Cívica de Elisa Carrió. Los radicales y Carrió se niegan a apoyar a Milei y propician la neutralidad para la segunda vuelta.

La jugada de Macri presenta riegos y oportunidades para alguien que, como él, ha girado a la derecha tras dejar el poder en 2019 y ha considerado que su error, como presidente, fue ser demasiado moderado (“gradualista”). Los riesgos son atar su destino a la aventura de quien proponía dinamitar el Banco Central, hizo campaña con una motosierra y llegó a compararse con Moisés al momento de pensarse como un liberador del pueblo argentino de la opresión del Estado. La oportunidad es copar el gobierno de Milei en caso de victoria: una de las grandes dificultades del postulante libertario sería armar una estructura de gobierno, para la cual carece por completo de cuadros. Milei es un outsider que dio el salto a la presidencia de manera aluvional casi en soledad.

Tras el resultado del 22 de octubre, el candidato debió archivar sus ataques a la “casta” política, núcleo de su campaña, y posicionarse en otro eje discursivo: “kirchnerismo o libertad”. También deberá moderar sus medidas más polémicas. Si bien dio el sorpasso a la centroderecha liberal-conservadora, se volvió casi un rehén de ella. Macri juega su propio juego, de manera casi personal, al precio de hacer implosionar su propio espacio político.

El 19 de noviembre se enfrentarán Massa y Milei, y detrás de estos nombres, se proyectan dos miedos opuestos: a la pervivencia del peronismo (en el discurso de la derecha, del kirchnerismo) o al retroceso en términos de Estado y de derechos sociales; un discurso positivo sobre el país vs. uno profundamente decadentista. También se enfrenta alguien como Milei, que desearía en su visión maximalista, abolir el Estado, y un político tradicional como Massa, que conoce como nadie la estructura de este Estado y sabe cómo operar sobre ella.

El resultado del balotaje es abierto. Massa cuenta con la ventaja de haber revertido las expectativas negativas y hacer que el peronismo vuelva a olfatear que puede retener el poder, active todos sus resortes de poder territorial y sus nunca agotadas capacidades discursivas; Massa quiere ser Macron frente a Marine Le Pen; Lula da Silva frente a Bolsonaro. Milei busca, por su lado, que el apoyo de Macri le dé un barniz de respetabilidad entre los electores que aún dudan, y también entre las elites económicas que desconfían de él. Será una elección en la que muchos, de ambos bandos, votarán con la nariz tapada.

Autor/es

Pablo Stefanoni

Investigador del Área de Estudios y Análisis de la Fundación Carolina

Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires. Combina su actividad académica con su trabajo periodístico. Sus áreas de investigación son historia y política latinoamericana. Desde 2011 es jefe de redacción de la revista Nueva Sociedad. Ha dirigido la edición boliviana de Le Monde Diplomatique y ha escrito sobre los procesos políticos en el área andina. Su último libro es ¿La rebeldía se volvió de derechas? (Clave Intelectual/Siglo XXI, Madrid, 2021). Integra el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas/Universidad General de San Martín.

Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires. Combina su actividad académica con su trabajo periodístico. Sus áreas de investigación son historia y política latinoamericana. Desde 2011 es jefe de redacción de la revista Nueva Sociedad. Ha dirigido la edición boliviana de Le Monde Diplomatique y ha escrito sobre los procesos políticos en el área andina. Su último libro es ¿La rebeldía se volvió de derechas? (Clave Intelectual/Siglo XXI, Madrid, 2021). Integra el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas/Universidad General de San Martín.

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